Los condicionantes más marcados para el desarrollo de este proyecto, podemos encontrarlos tanto en las necesidades del promotor como en la implantación del inmueble, en una esquina de cierta relevancia entre las calles Antonio Machado y Ronda de San Francisco.
Se estructura a partir de aquí un edificio desarrollado en planta baja, dos alturas y ático. La planta baja, que por requerimientos del plan general de ordenación es obligado que ocupe la totalidad de la parcela, se utiliza para disponer el garaje y los elementos servidores tales como instalaciones, aseos y acceso.
Las dos viviendas de las plantas superiores siguen prácticamente el mismo esquema de distribución. A fin de abordar la distribución de las piezas interiores, nos fijamos en la esquina que se formará, para establecer el punto de partida y el germen de este proyecto.
Es aquí donde se plantean y disponen los espacios más nobles de estas viviendas, albergando la zona de día.Una vez puesto en valor el punto de referencia del edificio, nos enfrentamos al verdadero problema que suscita esta parcela, a la hora de generar una construcción con entidad propia. Nos referimos al hecho de encontrarse formando parte de un bloque de manzana, que por definición obliga a tener otros edificios que lo flanqueen, y que por tanto impidan la visión del conjunto como un elemento independiente.
Además podemos entender la dificultad para iluminar los usos que van a desarrollarse en el interior, ya que se ve muy reducida la superficie de fachada que permita la apertura de huecos. Es decir, gran parte de la envolvente está formada por futuras medianeras sin iluminación que nos obligan a plantear un cierre murario en las fachadas sur y nordeste.
Los condicionantes anteriores nos dirigen hacia una solución arquitectónica donde los grandes huecos de iluminación se dispongan en la fachada oeste, ya que en el resto resulta del todo imposible.Aunque la envolvente se defina por planos del mismo material pétreo, se propone un pliegue del mismo material que enmarque los elementos de esquina en un sentido figurativo.
Aún siendo el mismo material que el resto de la fachada, las líneas de sombra se marcan lo necesario para resaltar este volumen con respecto a la totalidad del edificio. Es por ello que los planos donde encontramos los grandes ventanales, se remeten respecto a la línea de fachada la distancia máxima que permite la normativa, con la intención de generar una zona oscurecida por la sombra que nos ayude a componer el volumen escultórico final y establezca en éste la referencia visual de la imagen.
Este recurso compositivo tiene un marcado sentido horizontal, que trata de darle amplitud al proyecto, puesto que nos enfrentamos a una parcela de pequeñas dimensiones que alberga un edificio de cuatro plantas. Esto conlleva una proporción vertical del conjunto que trataremos de minimizar recurriendo a elementos horizontales como éste, o la unión de los huecos de ventana mediante elementos constructivos diferentes a la piedra, que ayuden a entender esta franja de forma conjunta.Esta es la visión que aportará el edificio según se accede desde el centro del pueblo de Almazán.
La escala del conjunto viene determinada por el volumen de la caja de escaleras y el ascensor que se eleva por encima de la planta de ático en la fachada sur, aspectos que definen el volumen procurándole una imagen pétrea, apoyada en el material utilizado para el revestimiento de fachada, a base de piedra arenisca blanca.En cuanto a la distribución del programa, partimos de un núcleo central vertical que estructura las viviendas.
Éste se dispone en la esquina cóncava de la planta, permitiendo así una reducción de los recorridos con punto de partida en la zona más céntrica del conjunto.Desde ese primer acceso podemos sectorizar las funciones en dos zonas diferenciadas. La zona de día está destinada a albergar los usos abiertos a las visitas, como el salón, comedor y cocina, mientras que desde la zona central un pasillo nos dirige a la zona de noche, estructurando las habitaciones que se abren a ambos flancos, para poder alcanzar la iluminación que llega, tanto de la fachada Norte, como del pequeño tramo que queda al Sur.
Siendo así, la habitación principal se orienta a la zona más privada y silenciosa, alejándose de la zona de día.El espacio abierto del salón se vincula con el comedor de modo directo, evitando en la medida de lo posible y mediante previstos elementos decorativos la relación directa con la cocina.
Esta última no participa de la zona emblemática de la fachada, a la que se abre completamente el espacio de salón, sino que es la correspondiente a la coronación inclinada de esa esquina, con lo que la visión se ve tensionada al eludir las líneas ortogonales. El resto de huecos, que iluminan habitaciones, pretenden pasar desapercibidos y únicamente dar respuesta a los requerimientos de iluminación de las piezas interiores.